ESCRITO POR VIOLETA VÁZQUEZ
"A pesar de las pérdidas, estos animales han enseñado a los científicos mucho más de lo que podrían haber aprendido sin ellos" -NASA
Durante la larga trayectoria de la carrera espacial, el ser humano ha buscado sin cesar datos y pistas que le dieran una idea de qué había en los recónditos lugares del espacio, donde al ser un sitio completamente desconocido y altamente peligroso debido, entre numerosos factores, a la falta de oxígeno y gravedad, hubiera sido muy arriesgado enviar directamente humanos fuera de nuestro planeta, ya que casi con certeza perderían la vida en el acto. Por ello, las agencias espaciales comenzaron enviando animales al espacio, para determinar si sobrevivían, y en qué condiciones regresaban, lo que daba un idea de cómo sería el mismo caso pero con astronautas.
Los primeros animales que se mandaron al espacio fueron moscas de la fruta en el año 1947. Este fue un experimento llevado a cabo por Estados Unidos, quienes metieron a las moscas con semillas de maíz en un misil alemán que saquearon en la Segunda Guerra Mundial. El proyecto consistía en observar la resistencia a la radiación en elevadas alturas, y resultó ser un éxito ya que las moscas regresaron vivas.
Tan solo un año más tarde, en 1948, Estados Unidos envió de nuevo a un animal al espacio, esta vez un macaco Rhesus al que bautizaron como Albert I, el cual nunca llegó al espacio, ya que solo alcanzó una altura de 50 km sobre la tierra.
Al año siguiente, el 14 de junio de 1949, volvieron a intentarlo con otro macaco al que llamaron Albert II, quien es considerado el primer mamífero que llegó al espacio. Lamentablemente este mono murió debido a un fallo en el sistema de paracaídas.
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Albert II, el primer mamífero que llegó al espacio
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Durante los años 50, en plena Guerra Fría, la competencia en lo que respecta a la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética estaba en su punto más álgido.
Ya en el año 1951 la Unión Soviética mandó a dos perros al espacio, llamados Цыган (Tsygan) y Дезик (Dezik).
Fue el 3 de noviembre de 1957 cuando se envió al espacio al animal más famoso de toda la carrera espacial: la perrita Лайка (Laika, que significa "ladradora"). Laika era una mestiza moscovita de tres años de edad que en un principio era callejera, pero que más tarde pertenecería al Programa Espacial Soviético, donde la sometieron a varios entrenamientos. Se convirtió en el primer mamífero en orbitar la tierra, y también fue la primera en morir en órbita. Viajaba a bordo del Sputnik 2, el segundo satélite artificial existente hasta el momento, pero por desgracia murió tan solo cinco horas después debido al estrés que sufrió como resultado de un sobrecalientamiento de la nave. Años más tarde el científico Dimitri Malashenkov, quien participó en el proyecto, reconoció que era practicamente imposible la creación de un control de temperatura de fiar en tan poco tiempo. Esta misión sirvió para determinar el comportamiento de un ser vivo en el terreno espacial, pero numerosos científicos reconocieron sentirse culpables por lo que le sucedió a Laika, ya que sabían con certeza que era casi imposible que regresara a la Tierra con vida. Vasili Parin, quien fue el encargado de seleccionar a Laika para el vuelo entre otras dos perras que también eran candidatas, pronunció las siguientes palabras sobre ella, las cuales solo demuestran su culpabilidad al saber que las horas de la perrita estaban contadas: "Laika era una perra maravillosa. Tranquila y muy apacible. Una vez,
antes del vuelo hasta el cosmódromo, me la llevé a casa y se la enseñé a
los niños para que jugaran con ella. Quería hacer algo bueno por la
perra. Tenía tan poco tiempo para vivir…". Años más tarde se hizo en Moscú un monumento en honor a la valiente perrita, a la que siempre recordarán como un animal noble y amistoso.
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La perrita Laika
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Laika en la antesala del despegue
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Durante los años siguientes de la década de los 50, Estados Unidos mandó diversos animales al espacio, entre los que se encontraban ratones y monos, de los cuales cabe destacar a las monas Baker y Able, ya que fueron las primeras en sobrevivir después del vuelo.
En 1961 la Unión Soviética puso en órbita al primer humano, Yuri Gagarin, tras haber hecho numerosos experimentos con diversos perros después del desastre de Laika, lo cual supuso un avance colosal en su competencia por la carrera espacial con Estados Unidos. Entre esos perros cabe destacar a Belka y Strelka.
Dos años después, en 1963, Francia envió al primer felino al espacio, a la gata Felicette, una tuxedo que por suerte sobrevivió al vuelo.
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La gata Felicette, el primer felino enviado al espacio por Francia
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En 1966 Estados Unidos llevó a cabo el proyecto Biosatellite I en el que viajaban escarabajos, amebas, hongos y parásitos, entre otros.
El 15 de septiembre de 1968 la Unión Soviética dirigió el primer cohete tripulado por tortugas, las cuales viajaban también con gusanos y moscas de la fruta en la nave Zond 5, los cuales fueron los primeros animales que entraron en el espacio profundo. Las tortugas volvieron sanas a pesar de no haber comido nada en 39 días.
El 9 de noviembre de 1970 se envió una nave tripulada por dos ranas toro y en 1973 se llevó a cabo la misión Skylab, en la que viajaban ratones enanos y, sorprendentemente, también iban dos arañas llamadas Anita y Arabella y un pez.
Durante las décadas posteriores numerosas especies de animales fueron enviadas al espacio, entre las que son destacables abejorros, gusanos de seda, arañas, hormigas, gambas e incluso huevos de insecto palo y embriones de pollos.
Actualmente, por suerte es muy probable que los animales no vuelvan a utilizarse para explorar el cosmos de la misma manera que se hacía durante la carrera espacial.
Como se ha podido observar, muchos de estos animales (en especial los de las primeras misiones, los cuales no llegaban con vida en la mayoría de ocasiones) fueron unos auténticos héroes, a pesar de que ellos no pidieron serlo, y su aportación al campo de la ciencia tuvo una importancia vital, hecho que demuestra su fortaleza y su postura relevante para el desarrollo del planeta y de numerosos proyectos humanos, razón por la que deben ser recordados para siempre.
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El macaco Sam
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Dezyk y Tsygan
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El chimpancé Ham
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